Vuelo for soprano, string quartet, and piano (2018)

“Vuelo” . Music: Ileana Perez Velazquez Lyrics: fragments of Miguel Hernandez’s poem “Vuelo”.

Life recording of Vuelo: Soprano Sharon Harms, Conductor Carl Bettendorf, Momenta String quartet, piano: Christopher Oldfather.

“Vuelo”  (Flight) Program notes:

When commissioned in 2018 by the Spanish SONOR Ensemble, Velazquez drew upon the writer who had partly inspired her previous string quartet “Elegia” (2017)- the 20th century Spanish and playwright Miguel Hernandez, who produced many of his works while in lifetime imprisonment for anti-fascist views. For her new work, Velazquez now consulted Hernandez’s poem “Vuelo, in which the incarcerated speaker discusses a desire for freedom and flight, for her libretto. Though Hernandez produced the poem in jail, for Velazquez, the poem’s intensity of feeling transcends the poet’s own circumstances to be recognizable at any point in time.

Velazquez allowed Hernandez’s poem, from which she took excerpts, to influence the structure; like the text the music vacillates between a vitality and resignation. The concluding atmosphere is spacious, yet stark, in the manner of Hernandez’s own last line: “El hombre yace. El cielo se eleva. El aire mueve” (“the man lies down. The sky lifts itself. The air moves”).

(From Jennifer Gersten Program Notes, Tanglewood Contemporary Music Festival, 2024).

 

 

Fragments of “Vuelo” by Miguel Hernandez:

Un ser ardiente, claro de deseos, alado, quiso ascender, tener la libertad por nido. Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado. Donde faltaban plumas puso valor y olvido. Iba tan alto a veces, que le resplandecía sobre la piel el cielo,

Ser que te confundiste con una alondra un día, te desplomaste otros como el granizo grave. Ya sabes que las vidas de los demás son losas con que tapiarte: cárceles con que tragar la tuya.

Pasa vida, entre cuerpos, entre rejas hermosas. A través de las rejas, libre la sangre afluya.

No volarás. No puedes volar, cuerpo que vagas por estas galerías donde el aire es mi nudo. No clamarás. El campo sigue desierto y mudo. Los brazos no aletean. Son acaso una cola que el corazón quisiera lanzar al firmamento. La sangre se entristece de batirse sola. Los ojos vuelven tristes de mal conocimiento.

Cada ciudad, dormida, despierta loca, exhala un silencio de cárcel, de sueño que arde y llueve como un élitro ronco de no poder ser ala. El hombre yace. El cielo se eleva. El aire mueve.